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lunes, 18 de enero de 2016

Déjame que te cante...

Ya hace un tiempo que a Jaime le regalaron una edición de Imaginarium de La canción del pirata de Espronceda. En un principio pensé que era demasiado pequeño para recitárselo, pero debido a su insistencia  (las ilustraciones de la portada son muy atractivas para un niño) accedí. ¡Menuda lección me dio mi hijo ese día! estoy firmemente convencida de que no entendió en gran medida la historia, pero le gustó escucharla. Al día siguiente volvió a pedir el mismo libro.


Y con Juan y Alonso se ha repetido la historia con un libro llamado Una mapirisa risa que riza (ya os hablaré de él más adelante)


Siempre me he preguntado ¿por qué no fomentamos en los niños la lectura de poesía?
Parece que es misión de la escuela enseñar poesía  (haciendo que los niños aprendan alguna a lo largo de su escolaridad) y en casa olvidamos su existencia.
Es sorprendente lo que les gusta escuchar poesía, sólo hay que hacer la prueba y ver sus caras de satisfacción, esos ojos abiertos que piden más,  esas voces enmudecidas por la "música" que escuchan, ese estado de tranquilidad en el que se quedan... 
Con esto no quiero decir que recitemos a Góngora o Quevedo para empezar, quiero haceros reflexionar acerca de la necesidad, o no, de iniciar a nuestros hijos en un género literario tan especial.
Hay multitud de libros, adaptados a la edad de los niños, que están escritos en verso, o que tienen cierta musicalidad al ser contados.
Ultimamente en casa entran muchos libros de poesía y... ¡nos gustan!

2 comentarios:

  1. ¡Y fuentes de mermelada!
    ¿Verdad Ruth?

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  2. Verdad! No hay nada mejor que un buen cuento en verso, Feroz ¡qué lobo!

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