lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Libros milagro?

De un tiempo a esta parte Alonso consigue sacarnos de nuestras casillas noche si y noche también. A la hora de ir a la cama no pone ninguna pega, escucha el cuento con atención e incluso afirma con convicción que se va a dormir.
Hasta aquí todos los padres firmarían,  pero como en casi todas las historias... hay un "pero"...
... puede pasar de media hora a hora y media hasta que deja de danzar por la casa (incluso molestando a sus hermanos) hasta que, por no se qué extraño motivo, se queda dormido. Podéis imaginar la situación en casa.
Ya hace un tiempo leí una reseña sobre el El conejito que quiere dormirse. Un libro con el que, se supone, todos aquellos niños con dificultad para conciliar el sueño caen rendidos (incluso la persona que lee el cuento tiene que esforzarse por acabar la narración, decía la reseña)

La verdad es que nunca me he creído este tipo de "libros milagro", sí, en cambio, me creo el establecimiento de rutinas entre las que se encuentra la lectura de cuentos.
Bueno, a lo que iba, ayer me encontré en un escaparate el libro del que hoy os hablo y pensé, ¿por qué no? Y como supondréis, lo compré.
Cuando abres el libro lo primero que encuentras son unas recomendaciones para la persona que lo va a contar, entre las que se encuentran que el niño esté cansado, el tono de voz a utilizar si encuentras texto en negrita o en cursiva, emitir bostezos,...
Día 1:
Aprovechando que Alonso estaba más cansado que otros días decidí contárselo. La cosa empezó mal, pues es un libro poco atractivo (no es un álbum ilustrado)
Es un libro que se basa en técnicas de relajación y en la emisión de mensajes tipo, estás muy cansado, te vas a dormir ahora, te pesan los párpados.
Pienso que la idea es buena, pero, en mi opinión, mal ejecutada. Me explico, la historia es interminable y nada atractiva para un niño (conejito no puede dormir y va con su mamá a visitar al Tío Bostezo para que le eche por encima unos polvos mágicos para conciliar el sueño; pero ¿qué niño quiere dormir?!)
Os cuento la reacción de Alonso, desde el comienzo decía -este no-, no paró un instante (estaba aburridísimo), no escuchó más de dos frases seguidas y cuando acabé me pidió un cuento.
Pero... ¿se durmió? Si, después de levantarse una vez y darle un conejito de peluche y decirle que no despertara al conejito Carlitos.
¿Eficacia? ¿Casualidad? No lo se, lo que si se es que tardaré un tiempo en volver a hacerle pasar por ese suplicio.
Día 2:
Ya ha pasado hora y cuarto desde que le conté el cuento (sorprendentemente eligió el cuento de Carlitos para esta noche) y sigue danzando, al igual que ha hecho durante la lectura del cuento.
¿Eficacia o casualidad? Imaginad mi respuesta.

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