Buscando un libro en casa de mis padres que quiero que mis hijos lean (en la misma edición que yo leí siendo niña) he encontrado algunos que he decidido traerme y casa.
De camino, en el coche, Jaime ha cogido uno de ellos y lo ha "leído", de hecho, hasta que no lo ha acabado, no ha bajado del coche.
Ya en casa, conocida es mi impaciencia por que miren los cuentos "nuevos" (entrecomillo nuevo, pues, en esta ocasión, el cuento en cuestión tiene la friolera de 41 años desde que se escribió y 40 desde su edición y además he tenido que remendarlo un poco) y entre remiendo y remiendo se lo he contado a Jaime.
¡Qué recuerdos! ¡Qué pensamientos!
A Jaime le ha encantado y a mí también, por lo que provoca y evoca.
¿De quién es este rabo? Sorprendente. No hemos sido capaces de adivinar todos los animales. Nos hemos reído descubriendo el verdadero dueño del rabo (qué cierto es eso de que no todo es lo que parece)
A la ilustración le acompaña un texto en verso, divertido y ameno.
Por la noche lo hemos leído con Juan y Alonso y también lo han pasado en grande, incluso su padre se ha quedado a escuchar el cuento e intentar averiguar el animal.
¡Qué bonito recuerdo! Recuerdo que a partir de hoy es doble recuerdo.
Qué pena que descataloguen libros (ya lo he comentado en otra ocasión)
Un consejo, pensad que el presente, en un futuro, será un recuerdo, un buen recuerdo ¿se convertirá en doble recuerdo?
P.D. Pinchad en el enlace o en la foto del libro os redireccionará a una presentación que he encontrado en slideshare con el cuento (si en papel no lo podéis tener, virtualmente sí)
